En una era en la que la música se consume en clips y los lanzamientos duran lo que una tendencia de TikTok, Rosalía ha vuelto a demostrar por qué muchos la consideran una de las artistas más visionarias de la música actual.
No necesita subir el volumen para hacerse escuchar, su manera de generar atención sin saturar demuestra un dominio absoluto del relato y del timing digital.
Hace unos días, la artista catalana fue vista leyendo una partitura en París. Lo que parecía una foto casual, se convirtió en la primera pieza del puzle: poco después, Rosalía compartía en su Substack una composición titulada Berghain. Sin música, sin pistas. Solo notas sobre un papel. Y, de pronto, medio Internet empezó a tocar su canción.
Músicos y fans interpretaron la melodía de mil formas distintas generando aun más misticismo alrededor de la nueva estética.
@claudiaperobr Vi que @La Rosalia posteó esto llamado Berghain y tuve que ver cómo sonaba #rosalia #motomami #larosalia #violin #parati ♬ sonido original – clau
Un desafío cultural (y musical)
La artista no trata al público como tonto: confía en que su audiencia sabrá leer entre líneas, investigar y conectar símbolos.
Por ello, incluso el nombre de la propia partitura da pie a interpretaciones. Berghain es la discoteca más icónica de Berlín, emblema del techno y del arte más underground. ¿Y si la intención de Rosalía fuera justo eso: borrar las fronteras entre lo clásico y lo electrónico?
Durante los últimos meses, ha ido dejando migas de pan constantes: fotos de María Callas, guiños a la ópera Tosca, cruces, rosarios y simbología católica, looks en blanco y negro durante la Semana de la Moda de París, con una estética nuncore, e incluso un post en X con la frase “LUX = LOVE”
Un universo visual que mezcla la pureza y el recogimiento religioso con una sensualidad sobria, casi contenida, traza un arco claro en la estética de Rosalía: del maximalismo flamenco y el frenesí de Motomami al minimalismo introspectivo que coquetea con el llamado lujo silencioso. Cada era redefine su posicionamiento estético con una coherencia visual que pocas artistas mantienen.
El día que el plan perfecto se torció
Pero lo que parecía una campaña medida al milímetro terminó siendo algo un tanto impredecible, una mezcla entre el error, la improvisación y el genio. Horas antes del anuncio oficial, una pantalla en Times Square publicó el título y la fecha del álbum, LUX, previsto para el 7 de noviembre.
Rosalía se enteró en pleno directo de TikTok Live y reaccionó en tiempo real. Lo que debía ser una revelación global se transformó en un momento de sorpresa que mostró su lado más humano y espontáneo. La profesionalidad se impuso al desconcierto, y con un megáfono en mano, la artista avisó: “Hoy se viene”.
Desde el principio, se mostró cercana, preparando todo con su equipo, conduciendo ella misma por las calles de Madrid mientras en el coche sonaban Vivaldi, Camarón o Guitarrica de la Fuente, una banda sonora que resume probablemente la esencia de lo que está por venir: una fusión entre raíz, arte y presente.
Cuando TikTok le cerró el directo por incumplir las normas de comunidad, Rosalía saltó a Instagram Live.
(Si formara parte de nuestra Agencia TikTok Live, sabría perfectamente qué normas no romper para mantener la emisión ).
Su llegada a Callao fue el clímax: la plaza llena, los móviles en alto, una cuenta atrás y, finalmente la revelación. LUX iluminó las pantallas. Pero más allá del anuncio, el lanzamiento se convirtió en una experiencia colectiva (que dejó a muchos con una sensación de campaña inacabada). Un recordatorio de que, en el marketing actual, la experiencia y el engagement, valen más que un mensaje cerrado.
El insight estratégico
Detrás de esta acción hay una idea poderosa: el marketing enmascarado de contenido orgánico. Hacer que el público se sienta parte del descubrimiento, descifrando símbolos, nombres y pistas, multiplica el hype y la conversación antes del lanzamiento en redes.
Y aunque la filtración desbarató parte del plan (o no), también humanizó el lanzamiento. LUX nació entre el error y la emoción, recordando que incluso las estrategias más grandes pueden depender de la espontaneidad.
Una nueva era: LUX
La portada del disco muestra a Rosalía vestida de blanco, con un velo y las manos ocultas dentro de la camisa: una imagen casi monástica.
Grabado junto a la Orquesta Sinfónica de Londres y con colaboraciones de Björk, Carminho, Estrella Morente, Silvia Pérez Cruz y los coros de Montserrat y L’Orfeó Català, explora la mística femenina, la fe, la transformación y la trascendencia.
Citando a Rabia al Adawiyya (“Ninguna mujer pretendió nunca ser Dios”) y a Simone Weil (“El amor no es consuelo, es luz”), Rosalía deja clara la esencia del álbum: luz, deseo y redención.

El poder del arte cuando se cruza con el marketing
En un mundo saturado de estímulos, Rosalía ha demostrado que el silencio, la espera y la curiosidad pueden ser la campaña más potente de todas. Una partitura, una pantalla y una comunidad que no solo escucha: interpreta, siente y comparte.
Ese es el verdadero poder del arte cuando se cruza con el marketing: cuando el público deja de ser espectador y se convierte en creyente.

