Marketing de la nostalgia: Vinilos, cámaras analógicas, diseño vintage, vuelta al pasado… El fuerte poder de los sentimientos como arma de ventas y líneas creativas.

La inteligencia artificial ha invadido todos los ámbitos creativos, es difícil diferenciar algo realizado por IA de algo hecho por una persona experta en la materia, por eso hay marcas que apuestan por la vertiente opuesta para diferenciarse, el formato más analógico posible: carretes, logos vintage, vinilos… Algunos aún sueñan con una invasión extraterrestre, con tener el último álbum de su artista favorito en formato físico o con leer un libro escrito por alguien que vivió en una época tan lejana que resulta imposible imaginársela.

El mundo está saturado de información, y por desgracia, prácticamente toda sigue la misma línea creativa, consiguiendo que el consumidor aborrezca todo y desee no ser bombardeado con anuncios. Por todo esto, los más nostálgicos han conseguido abrirse un hueco, volviendo a los orígenes, a cuando la publicidad solo aparecía en vallas publicitarias o en fachadas de edificios y no como ahora, que aparece cada vez que alguien desbloquea su teléfono.

EL SENTIMIENTO DE NOSTALGIA COMO MECANISMO DIFERENCIADOR

Prácticamente, todo el mundo tiene un buen recuerdo de productos que consumía en el pasado, recordando sus anuncios, logos, formatos y miran escépticos los rebrandings o los formatos y anuncios novedosos. Una de las claves del marketing es diferenciar el producto del de la competencia, para destacar por encima del resto. Esto va ligado a los sentimientos del consumidor y muchas marcas buscan despertar el sentimiento de nostalgia en ellos. La intención es conseguir crear o fortalecer un vínculo aún más grande y que se prolongue en el tiempo, para transformar un consumidor esporádico en un consumidor habitual y para captar a consumidores nuevos.

Lo antiguo es nostálgico, exclusivo y especial

Los mecanismos publicitarios del pasado no son los mismos que ahora, como tampoco lo son los sistemas de producción y de consumo. La evolución de las tecnologías lo ha cambiado todo. Ahora se produce de forma masiva, se anuncia de forma masiva y se consume de forma masiva, llevando a las empresas a diferenciarse a través de la publicidad, dejando de lado, en ocasiones, el producto. Esta situación ha conseguido que la calidad baje y esto, para los más nostálgicos, es un motivo de peso para no consumir ese producto. Estas personas que huyen de los productos de la actualidad se fijan con mirada nostálgica en el pasado, en la calidad de antaño, o al menos la que ellos recuerdan. El factor de la nostalgia entra en juego. Es probable que lo que esas personas recuerdan, cosas que estuvieron presentes durante su infancia, como los vinilos, las botas de fútbol que usaban o incluso la cámara con la que empezaron a sacar fotos, no sean mejores que los de ahora, pero les hacen sentir algo que añoraban, consiguiendo así generar un sentimiento que los productos de ahora no les hacen sentir.

 
 
 
 
 
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Las marcas han analizado esta tendencia, han visto que despertar esa parte del corazón, o del cerebro, de los consumidores es clave para aumentar las ventas y contentar a los más fieles de la marca. La nueva estrategia para crear una identidad de marca es darle un look vintage a todo o volver a los productos que funcionaron en el paso, pero, ¿es esto sostenible a largo plazo?

No solo se puede vivir del pasado, la clave está en combinar la estética retro y vintage con tendencias más actuales, pero muchas marcas optan por esto como estrategia para repuntar sus ventas después de un bajón.

El fenómeno de Nike y las zapatillas Jordan 1 Chicago

Las marcas en ocasiones deciden cambiar sus logos, sus productos o su imagen, de cara a evolucionar y adaptarse a las tendencias. Hay productos que dejan de fabricarse, productos que dejan de estar en los catálogos y pasan a vivir en el imaginario de las personas. Los productos del pasado se vuelven exclusivos, se convierten en un deseo para los más nostálgicos.

Nike es una marca con más de 60 años de historia, lleva todo ese tiempo en el imaginario de las personas, pasando por muchas fases y evoluciones. En el año 1985 aparece, en Chicago, la primera zapatilla especial para el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, Michael Jordan, diseñada por la empresa estadounidense y causando sensación, convirtiéndose en un icono de la marca. En ese mismo año empieza su comercialización, plantando la semilla de la nostalgia en los primeros compradores. Con los años han hecho un gran número de ediciones y han cambiado los colores y el diseño de la zapatilla, pero los lanzamientos son limitados. Los fans de la marca y del jugador desean esa zapatilla y es por eso que, en el año 2007, con la vuelta del modelo Jordan 1 a su color original (Chicago), duraron pocas horas en su página web y apenas días en las tiendas. En 2022, Nike atravesaba un bajón de ventas debido a la pandemia del Covid-19, por lo que decidieron volver a lanzar su zapatilla más especial, esta vez duraron minutos en su web oficial y horas en las pocas tiendas en las que estaban disponibles.

 

 
 
 
 
 
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La gente las sigue queriendo, no por su diseño innovador, sino por lo que representan y significan, por lo que les hacen recordar. Hoy, la única forma de conseguir este modelo es a través del mercado de segunda mano y el mercado de la reventa – eso mejor para otro blog, porque da para largo – por un valor aproximado de 600 €, dependiendo del año de lanzamiento de la misma, eso son 420 € por encima de su valor original. Usar la nostalgia como arme de repunte de ventas funciona, es un mecanismo muy utilizado por muchas marcas que buscan mejorar su situación saliendo de un bache.

La sensación especial que provoca una foto analógica

Es difícil describir la especial sensación que provoca sacar una foto con una cámara analógica. Seguramente esté profundamente relacionado con el proceso que hay que llevar a cabo para realizar la foto y el peculiar resultado, todo ello muy alejado del proceso y resultado de una fotografía realizada con un teléfono móvil.

Comprar un carrete, averiguar la manera de colocarlo en la cámara, preparar bien la fotografía, disparar y esperar a que el carrete se acabe para llevarlo a revelar, y finalmente, tener las fotografías en formato físico, o digital. Es un proceso largo, alejado de la velocidad de un iPhone, y el resultado es completamente distinto. Vuelve a conectar con la nostalgia, dando un look más vintage a la imagen, más natural, más desperfecto. Esto ha generado un auge en las ventas de cámaras analógicas, convirtiéndose en el nuevo deseo de las personas más nostálgicas y esto ha hecho cambiar el trato de la imagen por parte de las empresas.

 

 
 
 
 
 
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Este auge del analógico ha hecho a marcas del mundo audiovisual adaptarse, renovando modelos del pasado y subirse a la ola de las ventas del formato analógico. Leica ha hecho reediciones de cámaras analógicas y ha aumentado el precio de cámaras clásicas de la marca. Los más listos han decidido crear apps para los teléfonos que repliquen este look analógico, a sabiendas de que el número de cámaras analógicas era reducido y el mercado de segunda mano empezaría a saturarse por un aumento exponencial de la demanda. Las marcas adaptaron sus campañas a este formato, las más arriesgadas invirtieron en material analógico, apostando por ser lo más fiel a la tendencia. Otras prefirieron usar mecanismos digitales, ahorrando y adaptándose, pero sin conseguir generar esa sensación especial que produce realmente el analógico.

El vinilo: explosión del diseño y de la dificultad para adquirirlos.

En la actualidad, la música está al alcance de todo el mundo con acceso a internet. Desde un iPhone se tiene acceso a todos los álbumes de la historia y se puede escuchar cada uno de ellos en cualquier momento y en cualquier lugar. Hacer música también es sencillo, un ordenador y acceso a internet, es lo único necesario. Hoy las personas no acostumbran a poseer la música de sus artistas favoritos, debido a aplicaciones como Spotify o Apple Music que centralizan todo en sus aplicaciones, pudiendo incluso descargar la música pagando una suscripción.

Las personas quieren poseer algo que haya hecho el grupo que lleva escuchando años. En el pasado, se podía comprar un CD, o un casete, pero ya nadie tiene un reproductor, ni nada parecido. Las discográficas analizaron esta situación y encontraron una solución que poca gente esperaba, volver al pasado, pero no a cuando había CD o casetes, sino a cuando existían los vinilos y los tocadiscos. Las distribuidoras musicales pensaron: “La gente ya puede escuchar la música, pero quieren tenerla, quieren una representación física de lo que es su artista favorito”, nació así la idea de recuperar los vinilos. La imagen y la estética visual de los álbumes cobró especial importancia, era necesario que la imagen de la portada del vinilo representase de una forma fiel al artista y su estética del momento, tenía que ser algo que fuese decorativo, no funcional. La evolución fue rápida, durante el año 2018 y 2021 el diseño de las portadas de los álbumes era casi irrelevante, dejando sin trabajo a los diseñadores gráficos y los directores creativos. Con la llegada de los vinilos y esta intención de que fuese un amuleto, no un utensilio, los teléfonos de los diseñadores empezaron a sonar como nunca, había que adaptarse a un nuevo mecanismo de ventas, reviviendo una industria que parecía muerta.

En 2013, el mercado del vinilo cerró su año con 140.000 ventas. Después del cambio de consumo musical y esa ansia por poseer la música de los artistas, las ventas aumentaron exponencialmente, llegando a su pico en el año 2023 con 1.810.000 vinilos vendidos. Esto no es por la calidad del sonido ni por la facilidad para escuchar la música, es por lo que simboliza y por el recuerdo que generan los vinilos despertando, de nuevo, la nostalgia. Se han convertido en una exigencia de la audiencia, no vale con una portada cualquiera, hace falta un diseño trabajado, con tiempo y dinero invertido detrás.

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